Paco
Cerdá. Los últimos. Voces de la
Laponia española. Ed. Pepitas
de Calabaza. 2017
Es un ensayo, un relato a mitad de camino entre el estudio, el libro
de viajes y el reportaje periodístico sobre una zona española, la
Serranía Celtibérica. Se trata de unas tierras que hace 2000 años
habitaron los pueblos celtas, y que abarcan pueblos de 10 provincias:
Guadalajara, Cuenca, Teruel, el interior de Valencia y de Castellón,
el Suroeste de Zaragoza, toda Soria la mitad meridional de la Rioja,
el sureste de Burgos y el nordeste de Segovia. En total, 65.000
kilómetros cuadrados.
La zona incluye 1355 municipios, casi la mitad tienen menos de 100
habitantes, y solo 5 superan 5000 vecinos, entre ellos, Cuenca. Lo
más alarmante es que esta zona, la Serranía Celtibérica, ha
perdido a la mitad de su población desde 1930, mientras que España
en general la ha duplicado.
Cerdá se plantea qué futuro les espera a todos estos pueblos que
apenas tienen vecinos, que están en riesgo de desaparecer y en los
que -por una parte- se puede disfrutar de la paz y del sosiego pero
por otra caen irremediablemente en el olvido y el desarraigo.
El autor parte de un proyecto realizado por un catedrático de la
Universidad de Zaragoza, Francisco Burillo. Es quien ha estudiado
despoblación en esta zona que sobrepasa los límites administrativos
y que nunca antes se había considerado como una unidad.
Pero lo que convierte esta zona en la “Laponia española” no es
la poca cantidad de habitantes sino la baja densidad de población.
La Unión Europea cataloga como “Región escasamente poblada”
aquélla que tiene menos de 8 habitantes por km2. (la media
comunitaria es de 113). Según los estudios del equipo del profesor
Burillo, la única gran zona de Europa que también cumple este
criterio es la Serranía Celtibérica, con una media de 7,34
habitantes por km2.
Señala también un problema no solo de despoblación sino de
desarticulación, y señala como causantes de este proceso las
acciones políticas, (o la omisión de las misma), que provoca que la
población emigre de la zona sin relevo generacional con la
consiguiente desaparición de una cultura milenaria. Lo compara con
lo que sucede en Laponia donde la población recibe ayuda y
estrategias para fijar a la gente a su territorio y permitir su
desarrollo.
A parte de la explicación académica, de los estudios y de los
datos, que el autor nos va aportando a lo largo del libro, nos cuenta
las historias cotidianas de estos vecinos, habla con ellos, de sus
vidas, sus expectativas; les pregunta si cambiarían de vida, si
acusan la soledad, si se arrepienten de haberse quedado. Explica
también la situación que encuentra en cada aldea: los servicios
básicos, la sanidad, la educación, cómo sobreviven día a día…
Dedica
un capítulo a cada provincia, y elige para las entrevistas a
personas pertenecientes a distintos ámbitos: pastores, personas
mayores, un maestro, un ex -camionero en paro que se ha mudado de una
gran ciudad, un niño –el único del pueblo- un monje del
monasterio de Silos, en Cuenca habla con los responsables del equipo
de fútbol de Campillo de Altobuey; habla con los de la plataforma
“Teruel existe”, habla de los maquis en Valencia… También
charla con Julio Llamazares, autor de La
lluvia amarilla.
Todas estas historias avanzan intercaladas con las reflexiones del
autor que va uniendo los datos que maneja con las impresiones que le
causan los relatos de los vecinos. A pesar del rigor en la
documentación y las entrevistas, el tono del libro no es el de un
estudio: es un relato muy literario; Cerdá describe con un tono muy
lírico sus sensaciones al enfrentarse a la soledad, el silencio, los
efectos en definitiva de la despoblación.
Mantiene una cierta distancia respecto las opiniones de los demás
(de los que no cambian su pueblo por nada y de los que cuentan todos
los inconvenientes; los que se han conformado y los que han optado
por esta vida como una alternativa al capitalismo), Hay una cierta
nostalgia de una época mejor pero también una constatación de la
dureza que implica este tipo de vida, lejos de idealismos y utopías.
El autor deja constancia a lo largo del relato de sus sensaciones
frente a la desolación y el abandono, este duro viaje en invierno
que le parece una especie de tapiz en el que solo hay ocres… Como
dice al comienzo del libro, lo que ha encontrado es “una zona
condenada a su inmediata extinción. La Laponia del sur. El vacío”.
Nuestra recomendación en el programa "Hoy por hoy Cuenca" de la Cadena Ser Cuenca, el 06/02/2017
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